sábado, 6 de junio de 2020

HUMOR PARA LA SALUD


El humor es algo siempre ubicado en el campo de la crítica. De allí que los humoristas no suelen pasarla bien en gobiernos dictatoriales y, en esas circunstancias, por lo general deban llamarse a silencio para poder sobrevivir.

En términos individuales, quienes no se percatan de esta característica irreverente del humor suelen ser aquellos que no tienen sentido del humor y que ante todo carecen de tolerancia. No se puede hacer humor para intolerantes ni en ambientes intolerantes.

Quien gusta del humor puede aplicarlo a casi cualquier cosa, pero existen, eso sí, personas y situaciones que reúnen mejores condiciones para ser objetos de humor. Así, por ejemplo, son más proclives aquellos que dicen o hacen ridiculeces en contextos sensatos que quienes se manejan con seriedad en esos mismos contextos. Cómo diría Alejandro Dolina, citando a Schopenhauer, “el humor es colocar algo donde no va".

Cuando se ven, por ejemplo en la televisión, a  economistas dando consejos sobre el manejo de la salud, a periodistas que dicen y desdicen su propia información delante de las cámaras, a represores que reprimieron hasta hace pocos meses erigiéndose en garantistas, a ex funcionarios que nos acaban de empobrecer diciendo como hay que producir riquezas, a “300 intelectuales” con pensamientos desquiciados, etc; somos testigos de que, al decir de Schopenhauer, se ha “colocado algo donde no va”. 

Cuando se ve todo eso existen, según creo, dos caminos: la indignación  o el humor. La indignación nacerá del análisis de lo disparatado que allí se presenta y del intento de hacerlo entrar en un discurso lógico que lo sostenga, lo cual resultará imposible. El humor, en cambio será fruto de advertir eso disparatado, absurdo y no analizarlo  ni intentar hacerlo entrar en un discurso lógico, sino disfrutarlo como algo fuera de toda lógica, lo cual es perfectamente posible y garantiza la salud mental, si por esto entendemos cierto estado de equilibrio.

El humor se transforma así en una manera de protegerse de la hostilidad de la realidad, en una poderosa herramienta para pensarla y en un aliado de la salud mental. De allí que cuanto más hostil sea la realidad, más necesario sea el humor.




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