domingo, 14 de febrero de 2021

"YA NO ESTOY AQUÍ". UNA HISTORIA DE EXCLUSIÓN


"Ya no estoy aquí" es una película mexicana de 2019. Dirigida por Fernando Frías de la Parra puede verse en Netflix y fue elegida para representar a México en la próxima edición de entrega de los Oscar.

Es un film que habla de inclusión y exclusión.

Ambientada en Monterrey, al norte de México cerca de la frontera con Estados Unidos, la película trata sobre la tribu de los "Kolombias", una contracultura que se sostiene en el amor a la cumbia colombiana "rebajada", vale decir ralentizada, de manera que se obtiene un ritmo particular con voces distorsionadas respecto del original y se baila con movimientos en los que podría rastrearse influencias de la cultura precolombina. Los Kolombias y más precisamente los "Terkos" que es la pandilla dirigida por Ulises -el protagonista del film- visten pantalones, camisas y zapatillas que remiten a la cultura skeater y rappera norteamericana, mientras que los cortes de pelos rapados en la nuca, con patillas largas y crestas naranjas recuerdan a mayas y aztecas. 

En esta mixtura cultural atravesada por la violencia narco y la pobreza vive Ulises quien debe huir a New York sin saber el idioma, sin más habilidades que su baile y sin más compañía que su cumbia rebajada. Allí terminará conviviendo con una adolescente china que habla inglés y mandarín, pero no español.

La odisea de este Ulises de 17 años es la de un adolescente que efectivamente "ya no está aquí" porque para él ya no hay un "aquí'. Ya no sabe a donde pertenece, salvo por ese  movimiento del aire que es la música. Música que como si fuese una brisa, lo hace flotar, lo alberga, lo transporta y lo hace ser en algún lugar, en un "aquí", aunque ese "aquí" no sea espacial y tangible sino más bien un "aquí" etéreo y sutil, pero más fuerte que su dura realidad. 

Un film rebelde y sin golpes bajos que habla de lo social en nuestro continente y de como los jóvenes pertenecientes a determinados sectores sociales marginados quedan invisibilizados y en un no-lugar que tranquilamente podría hacerles decir "ya no estoy aquí".
Silvio Rivero




sábado, 6 de febrero de 2021

LA RADIO DE GOEBBELS Y LAS REDES SOCIALES


Recordemos.

En 1933 Alemania estaba sumida en la Gran Depresión y la pobreza  era enorme. Hitler gobernaba con el slogan "pan y trabajo" pero no podía solucionar los problemas económicos. Ante esto utiliza su visceral antisemitismo y convoca a su Ministro de Propaganda, Joseph Goebbels para dar comienzo a su plan.

Hitler tenía entre sus convicciones la de que los judíos eran los responsables de la pobreza alemana ya que consideraba que eran quienes la manejaban y creía que el plan judío era el de apropiarse del mundo. Con Goebbels idea el boicot a los comercios judíos. Para convencer al pueblo y ganar su adhesión Goebbels comienza a apoderarse de los medios de comunicación del país. Ocurren internas porque su contendiente principal, Hermann Göring, -héroe de guerra a cargo de la Luftwaffe, la poderosa fuerza aérea nazi- era además Ministro del interior del estado de Prusia, el más grande del país. Göring se negaba a darle el control de los medios prusianos a Goebbels. Mientras por un lado se desarrollaba esa interna de la que saldrá vencedor el Ministro de Propaganda, por otro lado, con mucha discreción y sin que los ciudadanos lo supieran Heinrich Himmler, líder de las SA, comenzaba con la caza de judíos estableciendo Dachau, el primer campo de concentración, cerca de Múnich.

Para poder llevar el mensaje de Hitler e identificar a los judíos como enemigos, Goebbels finalmente se apodera de los medios de comunicación del país incluyendo los de la Prusia de Göring. Ahora necesitaba que cada hogar alemán tuviese un aparato para recibir el mensaje. Así en 1933 Otto  Griessing diseña el aparato por pedido de Goebbels, el Volksempfänger, la "radio del pueblo", el cual sería fabricado por la empresa Seibt. El primer año se fabricaron un millón de aparatos y vendidos a muy bajo costo. El ministro quería que cada hogar tuviese una radio e incluso los parlantes en las calles transmitían su mensaje.

A partir de aquí ya el aparato de propaganda se hace imparable. Goebbels avanza sobre la prensa escrita y promulga la "Ley editorial" que transfería todos los poderes editoriales desde los dueños de los diarios, al Estado. Básicamente el Ministro de Propaganda escribía todos los periódicos. Desde ese momento la única imagen que se transmitía era la de una comunidad unida, se refuerza el patriotismo al tiempo que se cultiva la idea de supremacía racial alemana. El ataque a los judíos se intensifica por efecto de propaganda.

En septiembre de 1935 se realiza el Congreso anual de Nuremberg, el principal evento nazi transformado en un enorme evento de propaganda en el que se declaró a los judíos "enemigos del Estado" a propuesta de Goebbels. Hitler incluso es vencido por la propaganda de su Ministro ya que, en ese Congreso él tenía pensado declarar enemigos a los comunistas pero el audaz y temerario discurso de Goebbels, que sabía que contradecía al Führer declarando a los judíos como principales enemigos, enardeció a los jerarcas nazis que lo apoyaron de inmediato. Hitler ni siquiera pudo enfocarse en los comunistas, como pensaba. Accedió a complacer a todos sus generales que habían sido convencidos por Goebbels y su insistente propaganda y apuntó todo su odio hacia los judíos. Se dicta así las Leyes de Nuremberg que declara a los judíos como extranjeros y les quita todos sus derechos.
Todo esto preparó el terreno para un viejo sueño de Hitler: anexar Austria, su tierra natal, a Alemania. En marzo de 1938 avanzó sobre Austria y la tomó casi sin resistencia. El blanco fueron por supuesto los judíos austríacos, unos doscientos mil entre quienes estaba Sigmund Freud quien debió exiliarse en Londres. El ataque a los judíos de Austria se volvió una verdadera carnicería cuando al momento de la anexión un judío polaco asesinó en París a un diplomático alemán. Eso le dió a Goebbels la posibilidad de fortalecer aún más la propaganda e insuflar más odio antisemita en la población civil que fue alentada por los.medios de comunicación a literalmente salir a las calles a cazar judíos en lo que tristemente se conoce como "la noche de los cristales rotos". Esa noche solo en Viena se incendiaron noventa y cinco sinagogas, junto a cientos de comercios y casas y se asesinaron cien judíos. Otros treinta mil fueron trasladados a campos de concentración. La propaganda surtía su siniestro efecto, tan siniestro que hasta les cobraron multas a los propios judíos para reparar los daños materiales que hizo la población civil esa noche.
La maquinaria de propaganda volvió a ponerse en movimiento en septiembre de 1938 para anexar Checoslovaquia. En un aérea límite entre Checoslovaquia y Alemania denominada Sudetes existía una población alemana. Hitler necesitaba una excusa para invadir al país vecino y Goebbels se la dió. Con su aparato de medios hizo creer al pueblo alemán que esa población era maltratada por los checoslovacos y que era obligación humanitaria de Alemania intervenir para salvarla. Así las tropas nazis entraron a los Sudetes el 1 de octubre de 1938 y pronto tomaron todo el país.
Cuando le tocó el turno a Polonia, Goebbels estuvo allí nuevamente como artífice Inventando otro pretexto. Dijo a través de sus medios que los alemanes que vivían en Polonia estaban siendo atacados por los polacos. Mostró imágenes de casas incendiándose y testimonios de personas que decían haber sido abusadas, ultrajadas, robadas y maltratadas de todas las maneras posibles. Los relatos eran en alemán y en inglés para llegar también al público fuera de  Alemania y justificar la acción especialmente ante los británicos con quienes aún no querían enemistarse. Luego la propaganda pasó a culpar directamente al gobierno polaco de organizar los ataques a los alemanes, ataques que por supuesto no existían. Era mentira pero todo Alemania lo creía. El odio del pueblo alemán hacia los polacos por tantas aberraciones estaba a punto de estallar en guerra y sucedió cuando se dió a conocer la noticia de que una estación de radio alemana ubicada en la frontera había sido atacada por soldados polacos que fueron muertos a manos alemanas. Cuando luego unos pocos supieron que el ataque había sido un montaje,  que los soldados invasores eran en realidad soldados alemanes con armas y ropas polacas y que los muertos encontrados eran prisioneros de un campo de concentración asesinados y vestidos con uniformes polacos, ya era tarde, Hitler ya había invadido Polonia. Era setiembre de 1939, había comenzado la Segunda Guerra Mundial con el Holocausto en su interior y los medios de comunicación, en especial la radio de Goebbels habían sido fundamentales para instalar ambos. Las mentiras, claro, continuaron.

Hoy los medios son aún más poderosos, y ya no sólo se trata de los tradicionales sino también de las redes con su algoritmos que nuclean al público por preferencias en guettos ideológicos. Está acción es tan poderosa que el uso de redes, por ejemplo, ha estimulado el odio racial en países como Myanmar (ex Birmania) provocando guerra civil y "limpieza étnica" entre 2016 y 2017, luego de que, desde cuentas falsas de Facebook y durante al menos cinco años, se inoculara en el pueblo birmano odio contra los rohinyás, una minoría étnica compuesta mayormente por musulmanes. Acción que llevó al país a tener que rendir cuentas ante la Corte Internacional de Justicia de la ONU

No pareciera haber dudas, Goebbels hoy usa redes sociales.

Es por eso que no convendría olvidar la historia que, como sabemos desde siempre, es circular y se repite si no se la recuerda ni se la elabora.

Silvio Rivero