Admito que ver Sky rojo (cielo rojo) me llevó un esfuerzo considerable, soportable por la brevedad de sus capítulos por un lado y por un carácter optimista que me hace siempre pensar que algo mejor llegará, cosa que aquí no ocurrió.
Lo primero que llama la atención es la estética colorida del vestuario y las locaciones que acompaña a la belleza joven de los personajes. Una estética estilo Almodovar de los 80, una especie de road movie que me recordó a Thelma y Louise -la famosa película de inicio de los 90- y ciertos toques que recuerdan a Perros de la Calle de Tarantino. Pero allí se termina lo rescatable.
El film aborda el durísimo tema de la trata de personas con una liviandad propia de una mala comedia. Está llena de clichés -como el origen humilde de la cubana y la argentina- y de lugares comunes, como los mecanismos psicológicos supuestamente puestos en juego para soportar la esclavitud sexual.
Pero, lo más llamativo es el enfoque machista y retrógrado que tiene. La prostitución y la trata de personas son banalizados y hasta justificados al salpicarlas de notas de humor, como cuando el proxeneta dice que España es potencia en protitución. La violencia hacia la mujer se presenta en los diálogos y en las acciones de manera torpe, como en esos espectáculos de payasos de circo con golpes simulados. En otros momentos esa violencia se transmite indolora y erotizada, al estilo de esas viejas escenas de "Amo y Señor", aquella telenovela de la década del 80 en las que Arnaldo André pegaba a una habituada Luisa Kuliok. En este sentido atrasa más de 30 años.
No llega a ser testimonial ni cruda, pero tampoco pochoclera, aunque pareciera tener intenciones de visibilizar el tema desde un enfoque edulcorado. La trama simple y las actuaciones sin pasajes para destacar, excepto por lo malo -como la escena de la riña femenina- la hacen una serie muy llana como los caminos que recorren las protagonistas y las emociones que provoca.
Es una serie que hace de la prostitución y la trata de personas un espectáculo glamoroso e incluso romántico despojado del elemento social dramático que lo constituye y define. Casi una apología, que ofrecerá una segunda temporada.
Silvio Rivero