martes, 24 de mayo de 2011

Lo contemporáneo y el psicoanálisis (I)






Acerca de lo contemporáneo

“Pertenece realmente a su tiempo, es verdaderamente contemporáneo, aquel que no coincide perfectamente con éste ni se adecua a sus pretensiones y es por ende, en ese sentido, inactual; pero justamente por eso, a partir de ese alejamiento y ese anacronismo, es más capaz que los otros de percibir y aprehender su tiempo”.
“Contemporáneo es aquel que mantiene la mirada fija en su tiempo, para percibir no sus luces, sino sus sombras. Todos los tiempos son, para quien experimenta su contemporaneidad, oscuros.”
(1)


Estas palabras de Giorgio Agamben, inspiradas en la segunda de las Consideraciones Intempestivas de Friedrich Nietzsche publicadas en 1874, nos sirven como punto de partida para pensar si la práctica psicoanalítica tiene alguna incidencia sobre el sujeto en tanto contemporáneo.
La pregunta es por el sujeto que se sumerge en el dispositivo analítico y por el sujeto que emerge del mismo (¿un sujeto-producto del psicoanálisis?)
Para iniciar el camino será necesario pasar primeramente por el dispositivo clínico.

Alguien llega a la consulta con su analista y comienza a hablar. Habla, habla y poco a poco va entrando en la aventura de tomar distancia de su propio tiempo. Así cuando resignifica conductas de su pasado infantil a la luz de las palabras que nacen en el dispositivo o cuando se descubre en su actualidad repitiendo el pasado, la distancia entre los tiempos se instala como una variable en juego. Esta distancia es la que, paradójicamente, marca la unión de los tiempos, su cercanía y su contigüidad. Así, el analizante se ubica entre dos momentos y pone a ambos en cuestión. Su tránsito es por una frontera entre pasado y presente, entre aquí y allá. El camino es por un espacio donde todo es ayer y hoy, hacia un mañana que continuará siendo ayer y hoy.
Se verifica así una de las características del inconsciente: su atemporalidad. Dicha particularidad refiere al proceso primario que rige al inconsciente y sostiene su funcionamiento.
En la misma experiencia clínica y como condición de posibilidad para su desarrollo, se instala la extrañeza del analizante respecto de su síntoma, el cual se presenta incomodando al sujeto, surgiendo así lo que denominamos egodistonía del síntoma. Este elemento ubica al sujeto siendo un contemporáneo de su síntoma, en tanto le permite tomar distancia de eso que, formando parte de su íntima subjetividad, parece conspirar contra ella, en tanto denuncia que hay allí algo que no funciona.
La extrañeza respecto de la propia intimidad que se presenta como absoluta oscuridad, interpela al sujeto que recibe este haz de penumbra en su propia mirada que queda así, momentáneamente cegada, encandilada de oscuridad.
¿No será entonces, la propuesta del psicoanálisis la de convertirnos en contemporáneos de nuestra propia subjetividad?
Parece efectivamente ser así, y consecuentemente con esto también contemporáneos de nuestro tiempo, en tanto el ejercicio de percibir lo que no funciona, se traslade al campo de la intersubjetividad. De manera tal que la mirada se pueda extender hacia el campo de lo social para ver que es lo que hay allí de mal-estar.
En este sentido, resulta ejemplificador un artículo de Germán García. Allí él relata que en cierta ocasión estando en París conoce a Jacques Lacan, con quien tiene un diálogo donde Lacan muestra un urgente interés por las cuestiones sociales.

“¿Qué pasa con el psicoanálisis y la represión política en la Argentina? Fue la primera pregunta que recibí de Jacques Lacan, aquel 21 de enero de 1977, en la ocasión de una visita a 5, rue de Lille.
Era una sorpresa, aunque el hecho de encontrarme allí no era ajeno a la última dictadura instaurada por los militares en la Argentina.”(2)
Psicoanálisis y represión política, dos significantes que se excluyen, por eso la pregunta de Lacan va al meollo de la cuestión. Desde sus inicios el psicoanálisis se las tuvo que ver con la represión, primero con la de las histéricas y luego con la que trata de ubicarlo en la oscuridad de un libro negro

Del campo social podemos dar un salto hacia el dominio de la astrofísica para continuar desarrollando el concepto.
¿Cómo se explica la oscuridad que presenta el firmamento, si existen infinitas estrellas?
Los astrofísicos dicen que el universo se expande a mayor velocidad que la luz, de manera tal que, la luz que irradian las estrellas más lejanas, las de los bordes del universo, no nos alcanza porque se alejan a mayor velocidad que la luz que emiten. Es esta luz que no llega lo que percibimos como oscuridad; una luz que aún viajando hacia nosotros a gran velocidad, no nos alcanza.
En la práctica clínica analista y analizante perciben esa luz del inconciente que no llega con total intensidad. De allí que decimos que el inconciente se capta en sus destellos, nos llega su luz en intermitencias.
Descifrar el inconciente es también intentar ver estrellas que se pierden en la oscuridad y que, aunque no vemos, sabemos que existen. Cuando esas estrellas interiores se presentan en el espacio del consultorio y son percibidas en sus fugaces destellos, llega el momento de pronunciar una frase que resulta determinante: “Tú eres eso”.
Pero “llegar hasta allí no está en nuestro solo poder de practicantes.”(3)
Efectivamente, sólo siendo contemporáneo de su síntoma, sólo permitiendo que su propia oscuridad lo interpele, asumiendo así una actitud valiente, llegará el sujeto a ser navegante de su propia intimidad.
Nuestro camino nos ha llevado hasta este punto en que encontramos una doble vertiente de lo contemporáneo: la subjetiva y la intersubjetiva.









(1) Agamben, Giorgio. Paradoja del tiempo que se escabulle. Traducción de Cristina Sardoy. Revista Ñ, Nro 286. Pág. 10
http://www.revistaenie.clarin.com/notas/2009/03/21/_-01881260.htm


(2) García, Germán. De un solo golpe. La revista del psicoanálisis. Nro.8 http://www.elpsicoanalisis.net/numero8.html

(3) Lacan, Jacques. El estadio del espejo como formador de la función del yo (je) tal como se nos revela en la experiencia psicoanalítica. Escritos. Pág. 93

Ilustración: “Tramatrazo” (fragmento), grafito sobre papel. Mario Quinteros, artista contemporáneo. www.dibujantegris.blogspot.com

3 comentarios:

  1. Me parece muy interesante el planteamiento sobre la contemporaneidad y pregunto ¿este inconciente anacrónico no sugiere un tiempo, más allá del tiempo lógico, en cuanto un significante hace emerger al sujeto en su movimiento retroactivo hacia un significante anterior? algunos psicolingüístas llaman a este efecto: efecto sintáctico de “adjunción”, ¿será posible pensar el tiempo en el inconsciente de la enseñanza psicoanalítica y asi poder situar un momento, llamese contemporáneo?

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  2. Estimado Silvio
    Me pareció interesante tu reflexión sobre el tiempo del inconsciente y el dispositivo analítico. Lo pienso desde la teoría del significante de Lacan que tanto nos facilita visualizar el parpadeo al que te refieres. "Verdad no toda" como nos dice. Emergencia y caída, sentimiento subjetivo de absoluto y cambio posterior inevitable de esa verdad a otra verdad. La cadena del significante, siempre abierta produce un sentido y su posterior caída. Posiblemente este tiempo pulsátil de la verdad del sentido de la vida y del propio sujeto es el conocimiento que se va dando en el analizante.

    Un cordial saludo
    Luis Schnitman

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  3. Gracias por tu comentario estimado Luis.
    Efectivamente, coincido contigo en que son esos destellos del inconsciente que aparecen en la cadena significante, los que permiten al analizante localizar algo de su verdad y son también ellos los que nos sostienen en nuestro lugar de analista.
    Un cordial saludo.

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