El olvido que seremos es una magnífica película que puede verse en Netflix. Dirigida por Fernando Trueba, con guión de David Trueba basado en el libro autobiográfico del escritor colombiano Héctor Abad Facilione y protagonizada por Javier Cámara, cuenta la historia del padre del autor del libro, Héctor Abad, médico sanitarista y activista por los derechos humanos.
El film se inicia en blanco y negro ambientado en Italia, en Torino en 1983. Luego retrocede al Medellín de 1971 dónde se tiñe de colores. La inocente mirada infantil del hijo que cuenta la historia de su padre otorga los colores que vivifican la pantalla.
El doctor Abad es un hombre tan particular que no participa del carácter machista tan normal en los hombres de su época. En una casa mayormente poblada por mujeres -su esposa y sus cuatro hijas- Héctor Joaquín "Quiquín", el único hijo varón no oculta la admiración por su padre quien le dispensa un trato amoroso tampoco habitual para la época, trato que incluso le cuesta al hijo alguna burla por parte de su mejor amigo. Un padre atípico que se ocupa del cuidado del otro sin seguir cánones preestablecidos y sin obedecer a las tradiciones al punto de escapar a la liturgia religiosa dominical tan sagrada en la familia de origen de su esposa y en la suya propia. Un padre que transmite, sobre todo a su hijo, una ética personal de obediencia a sus propios principios y una lealtad a sus valores.
El dr. Abad no puede dejar de trabajar por la salud de los ciudadanos de su país, luchar por la promoción de políticas públicas sanitarias, así como tampoco de denunciar el abandono del Estado en materia de salud, lo cual lo lleva a convertirse en un personaje incómodo para el poder en la convulsionada Colombia de la década del 80, signada por la lucha de militares, paramilitares y narcos. Considerado comunista por la derecha y conservador por la izquierda, no encaja en ningún lado.
Su lucha será observada siempre por su hijo, hasta el final. Y esa mirada seguirá en el libro que da origen a la película. Un libro que es un intento de dar testimonio del amor al padre, un homenaje, un epitafio, tanto que su título es la primer estrofa del poema "Epitafio" de nuestro querido Borges: "ya somos el olvido que seremos".
S.R.
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