El término gambito se traduce como zancadilla o truco y es una estrategia de juego que se usa en ajedrez para ganar tiempo y posición en la apertura.
De la serie Gambito de dama me llamó la atención no tanto la épica del juego sino la cuestión del cuerpo y su contención.
Si la pulsión es eso que anda por los bordes, la boca es el borde por el cual, en el personaje, ella se pasea. Un borde de agujero que se obtura con pastillas y bebidas. Beth, huérfana de contención familiar se contiene -una vez en el orfanato- en un tablero de bordes rígidos y de leyes claras y se desborda en los excesos de alcohol y fármacos. Se aloja después en una madre suplente y cuando esta cae desde su propio exceso, la nuevamente huérfana se alberga en lo heredado: una bata y una casa.
Las prendas de vestir son las que por último la contienen dándole aspecto de dama ubicada, en el último capítulo, entre hombres mayores que la alojan cuales padres.
El ajedrez es así, para la protagonista, una auténtica zancadilla a la muerte para ganar tiempo de vida y el tablero su tabla de salvación a la que se aferra con alma, vida y pasión.
Al final, el desborde es contenido; lo desalojado alojado. Pero el último capítulo no es el final, sino el comienzo del mismo juego pero en otra partida, un inicio que se expresa en una invitación al otro: "juguemos".
Cruda, estéticamente impecable, inteligente y emotiva.
Silvio Rivero
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