Por estos días se pudo escuchar a gente que no entiende lo de Maradona y el amor de su pueblo.
Gente que no entiende que Diego no fue un jugador de fútbol, al menos no sólo eso. En la cancha fue un artista de la pelota, un dibujante de jugadas, pintor de goles, un bailarín, un acróbata. Fuera de la cancha siguió siendo artista dibujando sonrisas a fuerza de frases ingeniosas. Fue un quijote en botines, en zapatos y descalzo. Fue médico del alma de multitudes. Fue alquimista de la palabra contra el poder real y alimento de los humildes y no tanto. Fue bandera, himno, sueño, alegría, tristeza. Diego fue magia, luz, camino, modelo a imitar y a no hacerlo.
No fue un jugador, ni siquiera fue un hombre, o no sólo un hombre. Diego es metáfora, es símbolo de lucha y coraje. Es un mito que sobrevivirá y que se transmitirá de generación en generación. Es eso que un pueblo elevó a categoría divina.
Maradona ni siquiera es él, o no es sólo él, es también nosotros porque es aquello que nos inventamos para creer en algo.
Silvio Rivero
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