El humor es algo siempre ubicado en el campo de la crítica. De allí que
los humoristas no suelen pasarla bien en gobiernos dictatoriales y, en esas
circunstancias, por lo general deban llamarse a silencio para poder sobrevivir.
En términos individuales, quienes no se percatan de esta característica
irreverente del humor suelen ser aquellos que no tienen sentido del humor y que
ante todo carecen de tolerancia. No se puede hacer humor para intolerantes ni
en ambientes intolerantes.
Quien gusta del humor puede aplicarlo a casi cualquier cosa, pero
existen, eso sí, personas y situaciones que reúnen mejores condiciones para ser
objetos de humor. Así, por ejemplo, son más proclives aquellos que dicen o
hacen ridiculeces en contextos sensatos que quienes se manejan con seriedad en
esos mismos contextos. Cómo diría Alejandro Dolina, citando a Schopenhauer, “el humor es
colocar algo donde no va".
Cuando se ven, por ejemplo en la televisión, a economistas
dando consejos sobre el manejo de la salud, a periodistas que dicen y desdicen
su propia información delante de las cámaras, a represores que reprimieron
hasta hace pocos meses erigiéndose en garantistas, a ex funcionarios que nos
acaban de empobrecer diciendo como hay que producir riquezas, a “300
intelectuales” con pensamientos desquiciados, etc; somos testigos de que, al
decir de Schopenhauer, se ha “colocado algo donde no va”.
Cuando se ve todo eso existen, según creo, dos caminos: la indignación o
el humor. La indignación nacerá del análisis de lo disparatado que allí se
presenta y del intento de hacerlo entrar en un discurso lógico que lo sostenga,
lo cual resultará imposible. El humor, en cambio será fruto de advertir eso
disparatado, absurdo y no analizarlo ni intentar hacerlo entrar en
un discurso lógico, sino disfrutarlo como algo fuera de toda lógica, lo cual es
perfectamente posible y garantiza la salud mental, si por esto entendemos cierto
estado de equilibrio.
El humor se transforma así en una manera de protegerse de la hostilidad
de la realidad, en una poderosa herramienta para pensarla y en un aliado de la
salud mental. De allí que cuanto más hostil sea la realidad, más necesario sea el humor.
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