Me asombra que algunas personas, entre quienes hay muchos psicólogos, consideren que ser insensato sea igual a "opinar diferente" o "pensar distinto".
Recordemos que por estos días el Gobierno Nacional propuso enviar al Congreso un proyecto de ley para expropiar Vicentin e intervenirla desde ahora. Recordemos también que dicha empresa, en gestión del gobierno anterior, solicitó al Banco Nación 300 millones de dólares y luego se declaró en quiebra dejando la deuda impaga. Si la empresa pasa a manos del Estado, se cobraría la deuda, al tiempo que se garantizaría el sostenimiento de 7 mil puestos de trabajo y el pago a todos los acreedores de la empresa, entre quienes hay muchos productores rurales.
Ante esta propuesta un grupo de personas, sin más argumento que el supuesto "atropello" del gobierno a la propiedad privada (para cobrarse una deuda) se manifestaron con cacerolazos en contra de dicha propuesta.
Esto, aunque parezca gracioso por lo insólito, no lo es.
El odio, una de las tres pasiones lacanianas, puede producir efecto de locura haciéndonos actuar a veces contra nuestros propios intereses. Así, en Argentina el antiperonista, que es también un apasionado, prefiere que una empresa como Vicentin robe al Estado antes que apoyar una medida que lo beneficiará a él como ciudadano pero que es tomada por un gobierno peronista. Prefiere hacerse daño como país antes que beneficiarse, si ese beneficio supone reconocer un acierto a quienes odia. El odio es tan fuerte como el amor y ambos pueden llevar a la locura, pero las cacerolas que claman por Vicentin no están llenas de amor.
Ante este panorama es preocupante que algunas personas y sobre todo algunos profesionales del ámbito psi, no adviertan esta diferencia y llamen "diferentes opiniones" a lo que es insensatez, fruto de la pasión del odio.
Hay cuestiones que no son opinables. Recuperar dinero cobrándole a aquellos que estafaron al país no tendría que ser materia opinable, así como no es opinable tampoco el cuidarse del coronavirus. Nadie se puede oponer al bienestar económico, sanitario, social, educativo, etc de su país.
El odio a un partido político o lo que él representa no tendría que nublar las mentes cuando se trata del crecimiento del país y del bien común. Mientras nos dejemos guiar por la pasión del odio, seguiremos en la grieta y en el estancamiento.
Silvio Rivero
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