martes, 2 de junio de 2020

COCINA Y ANÁLISIS


En esta cuarentena, como muchos, me he dedicado un poco a la cocina. Observo que mucha gente ha aprendido a cocinar realmente bien y suben apetitosas fotos a las redes. Yo aprendí otra cosa.
Aprendí que cocinar es arreglarse con lo que hay. Uno mira qué es lo que hay en alacenas y heladera y con eso cocina algo. Cocinar es inventar, es crear algo con buen sabor  para luego compartirlo, si existe con quien hacerlo, claro
Pensaba que un análisis tiene mucho del arte de la cocina.
En un análisis uno ve qué hay, qué se presenta en el dispositivo y qué en el discurso del analizante, para hacer con eso. El analista siente que algo se cocina en cada sesión porque las palabras despiden aromas que indican cuando se necesita más fuego y cuando hay que dosificar la intensidad de la llama de la angustia para que lo que se está elaborando no se queme, porque se sabe que si alguien se quema, después ve fuego y llora. Aunque en un análisis no es posible ahorrarse el llanto por ser parte del proceso. Como tampoco pueden ahorrarse las lágrimas cuando, en el proceso de cocinar cortamos las cebollas que luego le darán sabor a todo.


Y así como en una cocina no pueden faltar huevos ya que son necesarios para casi cualquier plato; embarcarse en esta empresa gastronómica de ir semana tras semana a cocinar con el analista -ese ayudante que orienta, esa Juanita de Doña Petrona, por decirlo de algún modo- sólo será posible si existen en el analizante algunos ingredientes necesarios: coraje y decisión para descubrir y luego seguir su deseo; en definitiva aquello que la expresión popular designa como el producto de la gallina,
El analizante va así sesión tras sesión, elaborando su propio plato con lo que trae, sazonado con dolores, sueños, recuerdos. Después de mucho mezclar, y probar podrá compartir con otros su obra. Será un plato único, original, porque si un análisis se parece a cocinar es a la manera de una cocina gourmet donde todo se hace con cuidado y el resultado es siempre una singularidad.
¡Bon appetit!


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