Acabo de ver en Netflix “Tan plana como un encefalograma”,
documental de 2018 dirigido por Daniel Clark. El título en inglés es más
representativo del contenido: “Behind the
Curve” que se puede traducir como “Detrás de la Curva”. El nombre en español sugiere cierta expresión
peyorativa hacia la temática y no es ese el enfoque que le da el director, ni
es tampoco el espíritu con el que la vi.
El film se centra en las
actividades de Mark Sargent y Patricia Steer, dos terraplanistas
norteamericanos que hacen de la difusión del tema el centro de sus
vidas.
Me interesa aquí utilizar el
film para pensar en lo que esbozo en el título del texto.
Teoría
de la conspiración
Si bien la idea de que la
tierra es plana existe desde siempre con algunos adeptos, es en estos últimos
años en los cuales cobró auge. Esto se debe esencialmente a la posibilidad de
difusión que otorga Internet. Para verificarlo alcanza con chequear el buscador
de Google, que arroja más de 51 millones de resultados para “tierra plana”, entre
los que hay 1 millón y medio de videos.
Estos últimos son la fuente de información preferida para quienes adhieren al
terraplanismo.
Es interesante ver en el
documental que a esta idea de la tierra plana se le suman otras como la
ineficacia de las vacunas; la idea de que con nosotros conviven “reptilianos” (reptiles
con forma humana que tendrían origen extra o intraterrestre y con inteligencia
superior); la creencia de que hay una casta dominante oculta que bebe sangre
humana y realiza sacrificios humanos; la idea de que existe un empuje hacia el
transexualismo promovida por cierto sector de la sociedad, la idea de que los
aviones que surcan el cielo arrojan químicos contaminantes a la tierra
evidenciado en las estelas que dejan, etc.
Todas estas ideas que
sostienen estas personas no pueden ser demostradas por ellas, pero tampoco
pueden ser desmentidas por otros (desde su óptica). Si bien ellos no pueden dar
pruebas fehacientes de la veracidad de sus creencias e ideas, los demás no pueden
demostrar la falsedad de las mismas. Así por ejemplo, ante las fotos de la
tierra tomadas desde el espacio exterior y que acreditan su redondez, los
terraplanistas expresan que tranquilamente pueden ser falsas. Esta hipótesis
simple pero contundente, se apoya en una teoría que sostiene todo su edificio
de creencias e ideas: la teoría de la
conspiración.
Esta teoría reza que nada
ocurre por casualidad y que tras todo lo que ocurre hay poderes ocultos. Todo
es conspirativo, según su creencia. El mundo es un engaño para dominar a la
población. ¿Y quiénes intentan dominarlo? No son unánimes en esto pero ubican
como controladores de la Humanidad a los masones, los judíos, los Rothchild,
los Rockefeller, los jesuitas, los satanistas, el Vaticano, los gobiernos, la
NASA, el FBI, la CIA, etc.
No pueden demostrar la validez de sus ideas,
pero tampoco se dejan convencer por el discurso científico que les muestra su
equivocación, ya que consideran que la ciencia se encuentra al servicio de los
poderes que dominan al mundo.
Dicha teoría a veces se vuelve
en contra de quienes la sostienen y ejercen. Así Patricia Steer, una de las dos terraplanistas cuya experiencia es contada en el film, da testimonio de que ha sido víctima de la teoría
de la conspiración. Se llegó a considerar que era “reptiliana”, transexual, que
trabajaba para la CIA (conclusión a la que llegan por las letras finales de su
nombre: PatriCIA), que tenía una familia ficticia, etc. Steer expresa que ante
esas consideraciones se siente impotente porque, aunque son disparatadas, no puede
demostrar lo contrario. Prueba así de su propia medicina.
En épocas de pos verdad estas teorías
vienen como anillo al dedo a mucha gente, ya que no es necesario un saber para
sostenerlas, sino solo creer en ellas.
El
triunfo de la religión
A la manera del discurso
religioso, aquí es necesaria una dosis de creencia. Se cuestiona el discurso
científico desde un discurso afín al religioso.
El saber científico es acusado
de ser funcional a los poderosos y, en contraposición a esto, el saber cuasi
religioso del terraplanismo se presenta como aquello que viene a liberarnos del
saber de la ciencia y sus mecenas opresores. Es por eso que atrae a todos los
discursos “anti” (anti vacunas, anti cuarentena, anti cuidado) que son los que
también buscan liberarse de la opresión de los poderosos. De allí que una de sus
premisas sea descreer de los gobiernos y de la ciencia.
Por estos días de pandemia
vemos a representantes de estas posiciones “anti” formando parte de
manifestaciones, son algunos de los que claman por el fin de la cuarentena y
pregonan a viva voz su descreimiento en el gobierno y en el discurso
científico. Aclaremos que no todos los que se manifiestan en contra de la
cuarentena comulgan con estas ideas.
Lacan anunciaba “el triunfo de
la religión” en una conferencia de prensa que diera el 24 de octubre de 1974 en
Roma, más precisamente el Centro Cultural Francés con motivo de un congreso. Ese
triunfo se daría esencialmente porque la ciencia lleva a la intranquilidad y la
religión a la tranquilidad. La ciencia se arregla con lo real de una manera que
angustia, entre incertidumbres y dudas; la religión en cambio aporta sentido a la
vida.
Discursos como el del
terraplanismo están, según lo veo, en la línea de lo religioso puesto que
otorgan sentido y aportan certezas a las personas.
El sentido que ofrece el
terraplanismo -y los demás discursos “anti” que se le suman- sostenidos por una
teoría de la conspiración, es el de la libertad y de un "despertar". De allí que
utilicen, tanto en manifestaciones como redes sociales, expresiones como “abrir
los ojos” o “despertar”. Denuncian la opresión de los poderosos y ofrecen
liberar, a todo aquel que crea en ellos, de las cadenas del saber instituido
como tal, de conocimientos que para ellos no tienen sustento (efectivamente basta
con mirar al horizonte para verificar que no hay curvatura de la tierra), se
trata de cuestionar todo el saber con el cual nos dominan. Con este discurso
ofrecen un sentido a la vida de muchos que se nuclean ayudados por las redes
sociales en comunidades virtuales que le dan también sentido de pertenencia.
Este sentido de la vida consistente en
liberarse de los poderes ocultos del mundo que quieren controlarnos, se ha
constituido ya en un movimiento a nivel mundial que crece día a día y que
demuestra la enorme fuerza de las creencias por más absurdas que parezcan.
Silvio Rivero