Uno de los aspectos que más me llamó la atención del documental de Nisman fueron los puntos de absurdo que saca a la luz, tanto al hablar de AMIA como de la muerte del fiscal. Tomo solo dos en relación a la causa AMIA.
En los primeros capítulos el agente asignado por el FBI para colaborar con la investigación entre 1997 y 1998 dice que a él lo sorprendió que se buscaran pistas para probar una conclusión determinada de antemano, en lugar de encontrar pistas que llevasen naturalmente a un resultado. O sea, se sorprende por la inversión del proceso investigativo (ver fotos abajo👇). Vale decir, se determinó que el responsable del atentado fue Irán y luego se buscaron pistas que condujeran a eso, como por ejemplo la famosa combi y su conductor visto por una sola testigo.
Al final del documental Luis Moreno Ocampo también muestra lo absurdo presente desde los inicios del proceso de investigación (ver fragmento del documental al pie del texto 👇).
En el documental y ya en la causa Nisman, se siguen acumulando absurdos, como la escena de la marcha de los fiscales que caminan abrazados bajo la lluvia pidiendo una justicia que ellos mismos tienen que garantizar. O la detención de Lagomarsino porque le prestó un arma al difunto y eso lo hizo "partícipe necesario del homicidio de Nisman", aunque no hay pruebas de que ese homicidio haya existido ni de quienes lo perpetraron. No hay homicio probado, pero aún así hay un detenido que participó de ese homicidio que no está probado que haya existido. Y así los absurdos se suceden. Y eso que en el documental no se menciona la hipótesis que escribe Eduardo Van Der Kooy en Clarín el 22 de febrero de 2015, cuando dice que a Nisman lo asesinó un "comando venezolano iraní con adiestramiento en Cuba" (pongo fecha para que googleen Clarín de ese día y lo verifiquen, no es delirio de quien esto escribe). Según esta hipótesis, se dijo después, que los asesinos serían unos equilibristas, trapecistas y de dimensiones diminutas para poder entrar al baño, ponerle el arma en la mano a Nisman, tirar del gatillo y al mismo tiempo saltar afuera del baño para no interponerse en el trayecto de las salpicaduras de sangre que no fueron obstaculizadas en ningún sector de su trayectoria, todo eso sin dejar huellas en ninguna superficie (convirtiéndose así en el primer crimen perfecto de la historia). Para explicar eso en los medios se decía que los asesinos eran una especie de ninjas. Creo que el director del documental mencionado no debe de haber querido incluir esta hipótesis porque le habrá parecido demasiado increíble. Así como por suerte y en este caso por cuestiones cronológicas, tampoco pudo incluir la hipótesis de Federico Andahazi expresada ayer en TN, donde dijo que no fue un suicidio porque el fiscal era coqueto y "nunca podría haberse suicidado en calzoncillos".
Parece el guión de una película de los hermanos Marx pero lamentablemente es un hecho real que escribirá otro capítulo en estos días con una nueva conmemoración de la muerte y seguramente el resurgimiento de esas disparatadas teorías.
Defender la teoría del asesinato implica -hay que reconocerlo- un importante esfuerzo de creatividad que, en lo personal, se me ocurre similar al de Zenón de Elea. Como ustedes seguramente sabrán, sino les cuento (con el permiso de los filósofos y profesores de filosofía) Zenón era un filósofo discípulo de Parménides, otro filósofo de la Antigua Grecia quien, en oposición a Heráclito postulaba que la idea del movimiento era una ilusión de los sentidos. Para apoyar a su maestro, Zenón elabora una serie de aporías entre las que están, por ejemplo, la de Aquiles y la tortuga. Brevemente (porque en Facebook el tiempo es tirano) esta dice que en una posible carrera entre Aquiles y una tortuga, aquel jamás alcanzaría a esta. Como es eso? Bueno, si Aquiles le da cierta ventaja a la tortuga al momento de iniciar la carrera, cuando Aquiles recorra una distancia determinada, en ese mismo tiempo, la tortuga aunque mucho más lento, recorrerá también una distancia aunque por supuesto, menor. Al razonar así se concluye que, a cada distancia que avanza Aquiles en un lapso de tiempo determinado, le corresponde también una distancia de avance a la tortuga, aunque mucho menor. Por lo tanto, siempre la tortuga estará adelante de Aquiles aunque sea por un espacio infinitamente pequeño.
En el caso de Nisman, como en las aporías de Zenón, hay un forzamiento de la lógica. No existe un solo elemento de prueba para hablar de asesinato, pero aún así y en contra de toda lógica se sostiene que lo mataron. Se califica la muerte de asesinato, se ubica un culpable y luego se buscan pruebas para incriminarlo. Como no se encuentran esas pruebas (básicamente porque no se puede probar asesinato), y tal como Zenón para negar la evidencia del movimiento, se inventan teorías absurdas que expliquen el asesinato inexistente.
Ojalá la justicia pueda darle al absurdo el lugar que le corresponde y pueda cerrar el caso, aunque es seguro que esas hipótesis seguirán existiendo en el imaginario de cierto sector que sostendrá siempre y contra toda lógica, que las tortugas son más veloces que los aquiles.
En los primeros capítulos el agente asignado por el FBI para colaborar con la investigación entre 1997 y 1998 dice que a él lo sorprendió que se buscaran pistas para probar una conclusión determinada de antemano, en lugar de encontrar pistas que llevasen naturalmente a un resultado. O sea, se sorprende por la inversión del proceso investigativo (ver fotos abajo👇). Vale decir, se determinó que el responsable del atentado fue Irán y luego se buscaron pistas que condujeran a eso, como por ejemplo la famosa combi y su conductor visto por una sola testigo.
Al final del documental Luis Moreno Ocampo también muestra lo absurdo presente desde los inicios del proceso de investigación (ver fragmento del documental al pie del texto 👇).
En el documental y ya en la causa Nisman, se siguen acumulando absurdos, como la escena de la marcha de los fiscales que caminan abrazados bajo la lluvia pidiendo una justicia que ellos mismos tienen que garantizar. O la detención de Lagomarsino porque le prestó un arma al difunto y eso lo hizo "partícipe necesario del homicidio de Nisman", aunque no hay pruebas de que ese homicidio haya existido ni de quienes lo perpetraron. No hay homicio probado, pero aún así hay un detenido que participó de ese homicidio que no está probado que haya existido. Y así los absurdos se suceden. Y eso que en el documental no se menciona la hipótesis que escribe Eduardo Van Der Kooy en Clarín el 22 de febrero de 2015, cuando dice que a Nisman lo asesinó un "comando venezolano iraní con adiestramiento en Cuba" (pongo fecha para que googleen Clarín de ese día y lo verifiquen, no es delirio de quien esto escribe). Según esta hipótesis, se dijo después, que los asesinos serían unos equilibristas, trapecistas y de dimensiones diminutas para poder entrar al baño, ponerle el arma en la mano a Nisman, tirar del gatillo y al mismo tiempo saltar afuera del baño para no interponerse en el trayecto de las salpicaduras de sangre que no fueron obstaculizadas en ningún sector de su trayectoria, todo eso sin dejar huellas en ninguna superficie (convirtiéndose así en el primer crimen perfecto de la historia). Para explicar eso en los medios se decía que los asesinos eran una especie de ninjas. Creo que el director del documental mencionado no debe de haber querido incluir esta hipótesis porque le habrá parecido demasiado increíble. Así como por suerte y en este caso por cuestiones cronológicas, tampoco pudo incluir la hipótesis de Federico Andahazi expresada ayer en TN, donde dijo que no fue un suicidio porque el fiscal era coqueto y "nunca podría haberse suicidado en calzoncillos".
Parece el guión de una película de los hermanos Marx pero lamentablemente es un hecho real que escribirá otro capítulo en estos días con una nueva conmemoración de la muerte y seguramente el resurgimiento de esas disparatadas teorías.
Defender la teoría del asesinato implica -hay que reconocerlo- un importante esfuerzo de creatividad que, en lo personal, se me ocurre similar al de Zenón de Elea. Como ustedes seguramente sabrán, sino les cuento (con el permiso de los filósofos y profesores de filosofía) Zenón era un filósofo discípulo de Parménides, otro filósofo de la Antigua Grecia quien, en oposición a Heráclito postulaba que la idea del movimiento era una ilusión de los sentidos. Para apoyar a su maestro, Zenón elabora una serie de aporías entre las que están, por ejemplo, la de Aquiles y la tortuga. Brevemente (porque en Facebook el tiempo es tirano) esta dice que en una posible carrera entre Aquiles y una tortuga, aquel jamás alcanzaría a esta. Como es eso? Bueno, si Aquiles le da cierta ventaja a la tortuga al momento de iniciar la carrera, cuando Aquiles recorra una distancia determinada, en ese mismo tiempo, la tortuga aunque mucho más lento, recorrerá también una distancia aunque por supuesto, menor. Al razonar así se concluye que, a cada distancia que avanza Aquiles en un lapso de tiempo determinado, le corresponde también una distancia de avance a la tortuga, aunque mucho menor. Por lo tanto, siempre la tortuga estará adelante de Aquiles aunque sea por un espacio infinitamente pequeño.
En el caso de Nisman, como en las aporías de Zenón, hay un forzamiento de la lógica. No existe un solo elemento de prueba para hablar de asesinato, pero aún así y en contra de toda lógica se sostiene que lo mataron. Se califica la muerte de asesinato, se ubica un culpable y luego se buscan pruebas para incriminarlo. Como no se encuentran esas pruebas (básicamente porque no se puede probar asesinato), y tal como Zenón para negar la evidencia del movimiento, se inventan teorías absurdas que expliquen el asesinato inexistente.
Ojalá la justicia pueda darle al absurdo el lugar que le corresponde y pueda cerrar el caso, aunque es seguro que esas hipótesis seguirán existiendo en el imaginario de cierto sector que sostendrá siempre y contra toda lógica, que las tortugas son más veloces que los aquiles.
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