El documental "Nisman, el fiscal, la presidenta y el espía" resulta interesante. Por un lado presenta entrevistas que sustentan alternadamente una y otra hipótesis sobre la muerte del fiscal en un intento de dar respuesta a la causa, pero por otro lado va y viene en el tiempo entremezclando con demasiada frecuencia el caso del ataque a la AMIA y el de la muerte de Nisman, lo cual puede confundir al espectador poco interiorizado (pienso en los espectadores extranjeros).
Creo que no llega a contextualizar los hechos en el panorama político más amplio en el que se insertan, ya que el derrotero del documental arranca en 1994 con el ataque a la AMIA y llega hasta 2017. En ese lapso pasaron gobiernos de distintos signos políticos con una incidencia sobre la causa que no siempre queda clara. Pero esta dificultad creo que se debe a la compleja realidad política criolla que no ofrece continuidades sino más bien quiebres y grietas, más que a la pericia del director quien por algo dijo que había sido este el documental más difícil de su carrera.
Lo que si queda claro en el documental es que AMIA, a pesar del deseo de Cristina Fernández expresado en ocasión de la apertura de sesiones legislativas de 2013, de que no sea una pieza más en el ajedrez geopolítico mundial, termina siéndolo. Pieza que nos ha causado un enorne dolor como pueblo. Esta visión del mundo como tablero de ajedrez de potencias militares y económicas se confirma, sobre todo a la luz de la reciente muerte del General iraní Qasem Soleimani a manos del ejército norteamericano. De alli que el Memorándum de entendimiento con Irán, que proponía que la justicia argentina, ante la imposibilidad de extradición, vaya a Teherán a tomar declaraciones a los sospechosos de la voladura de la AMIA, haya sido un elemento que se combatió desde un sector y se favoreció desde otro. Las políticas internacional y nacional se entremezclan en este punto, intereses extranjeros y nacionales se confunden.
Queda claro también que nuestra justicia no tiene una venda puesta y funciona o disfunciona de acuerdo a intereses que la exceden. Esto se evidencia cuando se presentan las conexiones entre los servicios de inteligencia y jueces y fiscales y sobre todo cuando se muestra la dependencia de Nisman respecto de Stiuso y del falso agente Allan Bogado.
Quedan claros también los vínculos políticos evidenciados en los contactos del fiscal y los titulares de los diarios de ese momento.
Queda todo tan claro que no se puede menos que ver que hay intereses que pretenden que las causas (AMIA y Nisman) sigan envueltas en un halo de sospecha. Como en el cuento de Poe, La carta robada, en el caso Nismam, la verdad está ahí a la vista de todos pero, a diferencia del cuento, hay un sector que la busca donde sabe que no está, solo para asegurarse de no encontrarla.
Silvio Rivero
Silvio Rivero
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