Por estos días suceden en el país hechos sociales dignos de ser mencionados porque se presentan a la manera de síntomas:
- Los diputados de la oposición presentan un amparo judicial para anular las leyes aprobadas la semana pasada en sesiones a las que eligieron no asistir de manera virtual. Esos mismos diputados asistieron de manera presencial, poniendo en riesgo su salud y la de los empleados de la Cámara, para luego retirarse negándose a tratar las leyes que luego fueron sancionadas, ya que el oficialismo logró el quórum; leyes que ahora quieren anular con ese amparo judicial. Se intenta así negar la actuación de uno de los poderes del Estado (el Legislativo) haciendo intervenir a otro (el Judicial).
- El diputado José Núñez de JxC, uno de los que asistió de manera presencial, comunicó ayer por Twitter que dió positivo de coronavirus pero no dió la noticia al Parlamento, como hubiese correspondido, para que se active el protocolo y así cuidar a todos los que estuvieron en contacto con él ese martes. Una conducta que no tiene en cuenta al otro ni la legalidad.
- El intendente de Tandil Miguel Lunghi también de JxC decide no seguir las indicaciones del gobierno provincial para lidiar con el virus y establece así su propio sistema, abandonando el sistema de fases para administrar la cuarentena.
- En Ciudad de Buenos Aires se abren locales comerciales pero no se controla cumplimiento del protocolo mediante personal del gobierno de la ciudad.
- Lázaro Báez, a quien la justicia le dicta prisión domiciliaria luego de estar más de 4 años detenido de manera preventiva, regresa a su casa y un grupo de vecinos, de manera autoritaria, pretende no dejarlo llegar a su domicilio atacando el móvil del Servicio Penitenciario que lo traslada.
- En el Obelisco un grupo quema barbijos en claro gesto negacionista, por supuesto, sin distancia social ni medidas de protección. No hay personal de seguridad que intervenga.
Todos estos hechos tienen en común que infringen normas e indican que existe cierto sector de la sociedad que intenta empujarla hacia los límites de lo instituido. Se presenta así una parte de la sociedad que niega la realidad y opera de manera arbitraria para acomodarla a su antojo.
Como venimos diciendo hace un tiempo, se nota cada vez más una falta de ajuste a lo simbólico de la ley y un intento por imponer el capricho de cierto sector politico que perdió las elecciones y parece no aceptarlo. Es necesario que ese sector reencause el planteo de sus diferencias y las ubique dentro de los márgenes de lo legal y de acuerdo a leyes de juego de la democracia y la República. De seguir infringiendo lo normativo y el orden simbólico, alimentarán la confrontación y eso, huelga decirlo, sería perjudicial para todos. Es algo muy peligroso lo que están haciendo.
Ante el capricho con que algunos se manejan y que es síntoma de negación de la realidad será necesario apelar a la ley y a la sensatez para ubicar un límite y evitar el caos.
Silvio Rivero
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