Cuando allá por los primeros días de junio en la ciudad se comenzó a hablar de las autorizaciones a realizar deportes al aire libre, lo cual devino en la "autorización a los runners", también se comenzó a hablar de la "responsabilidad individual". Ya por ese entonces desde este muro y desde el blog advertimos que era en vano apelar a tal responsabilidad ya que el ser humano no renuncia fácilmente a aquellos objetos que le provocan satisfacción. Por ese entonces llamé "ciudadano autogobernado" a esa categoría propuesta desde el Ministerio de Salud de la Ciudad. Con esa apelación a la "responsabilidad individual" se propone dejar prácticamente en manos del ciudadano el manejo sanitario.
Aquella observación fruto de una mirada freudiana se reconfirma por estos días gracias a las reaperturas de locales gastronómicos, en virtud de la recuperación económica de esos comerciantes. Efectivamente dicha medida mostró que la "responsabilidad individual" brilla por su ausencia a juzgar por las escenas de aglomeraciones del pasado viernes, que seguramente dejarán un negativo saldo de contagios que deberán ser atendidos en un sistema sanitario que, posiblemente y gracias a ese aporte, colapse.
Queda demostrado así que el sujeto humano suele realizar acciones que les traen satisfacción inmediata sin medir sus consecuencias mediatas. Salir a tomar una cerveza con amigos es la satisfacción inmediata y contraer el virus y enfermarse y enfermar a otros, es la consecuencia mediata. Esto demuestra que no existe el ciudadano autogobernado como categoría universal, aunque puedan existir excepciones.
Con estas medidas de aperturas de locales pareciese que el Gobierno de la Ciudad no tuviese en cuenta que lo humano incluye el componente de lo pulsional. No se puede confiar únicamente en el componente volitivo de la conducta, ya que gran parte de sus móviles no nos son conocidos pudiendo generar conductas nocivas. Esto es bien sabido por el psicoanálisis pero también por el marketing y la publicidad, tampoco lo ignora la política y menos aún el Derecho. Efectivamente si en una sociedad se apelara continua y exclusivamente a la "responsabilidad individual" no sería necesaria la existencia de la Ley ya que todos los miembros de dicha sociedad, en virtud de su "responsabilidad", obrarían bien. Si todos fuesen responsables, entonces no serían necesarias ni las leyes ni las sanciones. No existiría el mal obrar. Sería esa una utopía al estilo del "buen salvaje" de Rousseau. Pero en la vida real las cosas no funcionan así. En la vida real la gente infringe leyes, viola prohibiciones, comete delitos, incumple reglas y todo eso para lograr su propia satisfacción individual; por eso las sanciones previstas por la Ley son necesarias, para poder ordenar el funcionamiento social.
La apelación a la
responsabilidad claramente no es suficiente y tiene que instrumentarse un
sistema de sanciones a quien incumple las normas -sean comerciantes o
consumidores- si se quiere mantener un funcionamiento lógico y evitar la
explosión de contagios.
Desde el psicoanálisis sabemos que lo simbólico de la ley es lo que permite ordenar el desorden de lo imaginario. Si desde el Estado se promueve la "responsabilidad individual" pero sin aplicar ninguna ley que sancione la irresponsabilidad que va en detrimento del interés comunitario; entonces sólo se estará alimentando el orden imaginario en el que los individuos confrontarán unos con otros para defender sus intereses individuales. Apelar solamente a la responsabilidad pero sin que la irresponsabilidad tenga consecuencias legales, es preparar el terreno para el "sálvese quien pueda", es instigar a la violencia y es jugar con fuego ya que, en este contexto, el incumplimiento de esas normas tienen consecuencias mortales no sólo para quien las viola sino también para el resto de la sociedad, incluyendo a quienes las cumplen.
Ante este panorama de desorden propuesto desde un gobierno que solo confía en el esfuerzo de cada uno, no sería extraño que algunos ciudadanos que respetan las normas y se indignan ante la violación que otros ciudadanos hacen de ellas y ante la posibilidad cierta de verse directamente afectados por esas conductas irresponsables -en tanto aumentarían los contagios- traten de hacerlas respetar ya que el Estado no lo hace. Creo que esa es una posibilidad que quienes gobiernan está ciudad tendrían que tener presente porque si algo así ocurre serán también responsables por ello. Si no se establece un orden se corre el riesgo de llevar a la confrontación y eso es inaceptable.
Según declaraciones de hoy del Vice Jefe de Gobierno porteño la posición pareciera seguir siendo la misma y la estrategia también, a pesar de que la realidad de este fin de semana indica que es equivocada, al menos si se trata de cuidar la salud y la convivencia de los ciudadanos.
Silvio Rivero
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