El coronavirus ha puesto al mundo patas para arriba volviendo todo extraño.
Los países del primer mundo acumulan muerte mientras algunos países "emergentes" responden a la emergencia preservando vidas.
Exponentes del neoliberalismo como el Financial Times (edición del 4 de abril), presentan un discurso que hasta ayer condenaban por "populista" y hablan de la necesidad de la redistribución del ingreso reconociendo a los Estados como los garantes del bienestar y diciendo que ya no tendrían que considerarse a los servicios públicos como gastos sino como inversión.
The Washington Post del 20 de abril dice que en algunos países como México, Brasil y El Salvador el crimen organizado toma en sus manos el control sobre la población obligándola a permanecer en sus casas para prevenir los contagios, asi como la distribución de alimentos y medicinas; en tanto en Afganistán los talibanes colaboran con el Estado en contra del Covid-19.
En nuestro país empresarios y ex gobernantes que siempre se erigieron en el lugar de defensores del bienestar de la población, piden que se levante el aislamiento proponiendo que mueran quienes tienen que morir, al estilo del Reino Unido de Boris Johnson, para que las ganancias económicos no cesen de producirse.
Los Estados más liberales estudian posibles impuestos a los millonarios para poder seguir costeando los enormes gastos que insume el virus y los millonarios en nuestro país ya adelantan su negativa.
Este último punto marca quizás más que los anteriormente mencionados, el grado de insensatez que descubre la pandemia; un sector muy adinerado que no soporta la idea de perder un mínimo de sus ganancias para que otros no mueran (grupo que se ha expresado ayer 23 de abril a través del Manifiesto Fil). Todo esto nos muestra, una vez más que Freud tiene razón cuando nos dice en "El malestar de la cultura " que, el hombre debe esforzarse para ser solidario puesto que lo natural en él es explotar al prójimo, apropiarse de sus bienes e incluso matarlo.
Época curiosa esta en la que el crimen organizado ayuda a la población a sobrevivir y los multimillonarios consideran que su muerte es más rentable. Época rara en la que lo real lacaniano se presenta configurando un mundo extraño. Época excepcional en la que lo impensable se hace realidad.
Silvio Rivero
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