Sigmund
Freud ubica al educar, psicoanalizar y gobernar como tres imposibles en tanto
arrojan resultados insuficientes.
Nos
proponemos aquí articular los conceptos de educación y psicoanálisis en el
contexto de la época para introducir al final el concepto de política.
Nuestra época
Si
tuviésemos que caracterizar nuestra época, tendríamos que decir que se
encuentra signada por el avance de la ciencia y de la tecnología. Estos
progresos científicos y tecnológicos, que se han acentuado en los últimos años,
están al servicio del bienestar del hombre, apuntando a lograr un estado que
podríamos llamar “de felicidad”. Así tenemos todo tipo de inventos que hacen
que la vida que llevamos hoy sea mucho más confortable que la de hace un siglo
atrás. Y es debido a esta presencia cotidiana de la ciencia en nuestras vidas,
que su discurso se escucha constantemente. De resumir en una frase este
discurso científico sería en la siguiente: “nada es imposible” (impossible is nothing). Tal como el
slogan de una marca de zapatillas, esa frase representa el espíritu
contemporáneo.
Veamos
un par de ejemplos que grafican la cuestión:
-
En EE.UU. el equipo de científicos del Instituto de Tecnología de Georgia está
desarrollando una innovación consistente en generar electricidad con el
movimiento del propio cuerpo y los latidos del corazón. De manera que, según lo
prevén los investigadores, en un futuro cercano, gracias a un sistema basado en
nanotecnología, los reproductores de música, teléfonos y computadoras no
utilizarán baterías, sino que con nanocables más delgados que un cabello irán
conectados a nuestro propio cuerpo, del cual extraerán la energía necesaria para
funcionar.
-Otro
ejemplo: Cynthia Kenyon bioquímica de la Universidad de California, descubrió
un gen regulador (llamado daf-2) que sería el responsable del envejecimiento.
Este gen fue manipulado en moscas que llegaron a extender su expectativa de
vida hasta en 6 veces más de lo normal. La aplicación de este descubrimiento en
humanos, llevaría el promedio de vida a los 400 años. Lograr esto parece ser
solo cuestión de tiempo.
Son
experimentos en desarrollo y, en ese sentido, pueden o no llegar a concretarse.
Lo
que nos interesa destacar aquí es que la ciencia se orienta a lograr lo
imposible, ese fue, es y será su leit motiv. A diferencia de épocas pasadas,
pareciera que ahora se encuentra cada vez más próxima a conseguir ese objetivo.
Educación y Psicoanálisis
Nos
orientamos aquí a partir de dos cuestiones:
1-
¿Qué tienen en común Educación y Psicoanálisis?
En
Análisis terminable e interminable (1937) Freud se expresa en relación a estas
actividades, en los siguientes términos: “Detengámonos un momento para asegurar
al analista nuestra simpatía sincera por tener que cumplir él con tan difíciles
requisitos en el ejercicio de su actividad. Y hasta pareciera que analizar
sería la tercera de aquellas profesiones “imposibles” en que se puede dar
anticipadamente por cierta la insuficiencia del resultado. Las otras dos, ya de
antiguo consabidas, son el educar y el gobernar”[1].
Educar
siempre ofrece dificultades, presentándose del lado del estudiante, actos de
rebeldía, inasistencias, falta de estudio, problemas de conductas, etc, todas
cuestiones con las que hay que “hacer algo”. De la misma manera desde el
psicoanálisis y sobre un fin de análisis nunca el analizante llega a un
gobierno de las pulsiones ni a una cura de su síntoma, sino que quedará allí un
resto con el que tendrá que “saber hacer”. Así, tanto en educación como en
psicoanálisis hay un resultado que se presenta como insuficiente si se lo
compara con lo que podríamos llamar un resultado ideal. Es este un elemento
común a psicoanálisis y educación: la insuficiencia del resultado; cuestión por
la cual Freud ubica tanto a uno como a otra, junto con el gobernar, como
profesiones “imposibles”.
Dicha
insuficiencia no está en relación a una incapacidad operativa, sino que forma
parte del objeto material con que analistas y educadores trabajan: el hombre.
En este punto es la naturaleza de lo humano la que no posibilita resultados
ideales.
El
otro elemento común a psicoanálisis y educación está en el orden de una
inventiva necesaria para desarrollar la actividad.
En
la Conferencia 34 de las Nuevas conferencias de introducción al psicoanálisis
(1933) el creador del psicoanálisis señala que “la educación tiene que buscar
su senda entre la Escila de la permisión y la Caribdis de la denegación”.[2] No existe
un camino exacto para navegar entre estos dos escollos (Escila y Caribdis
aluden a dos monstruos marinos mitológicos que, en la Odisea, bloqueaban el
paso a los navegantes dejando sólo un estrecho y agitado desfiladero por donde
pasar). De manera que entonces se hace necesario para el educador trazar esta
ruta con cada alumno, ruta ubicada entre permitir y frustrar; entre el “sí” y
el “no”. Es este equilibrio el que permitirá la navegación de educador y
educando, siendo el primero el capitán y guía del barco sobre el cual viajan
ambos. El llegar a buen puerto dependerá, entonces, de la pericia del educador
y de su creatividad para conducir el proceso.
En
esta misma línea de la necesidad de inventiva y en otro texto, esta vez en
“Sobre la iniciación del tratamiento” (1913) el maestro vienés compara al
psicoanálisis con el ajedrez, ya que tanto de uno como del otro sólo pueden
enseñarse las aperturas y los finales y sólo estudiando jugadas de grandes
maestros se puede aprender a desarrollar el juego con posibilidades de éxito.
Podríamos
pensar entonces que la educación comparte esta característica con el
psicoanálisis ya que, según dijimos, en educación no hay un camino exacto para
navegar. Compartimos entonces esa necesidad de inventiva para cumplir con
nuestra labor. Inventiva no significa improvisación. Significa desarrollar la
propia creatividad a la hora de intervenir, teniendo en claro la meta que se
pretende alcanzar. Desde la educación esta meta puede estar representada por
los "objetivos de la planificación" y desde el psicoanálisis estarán
en relación a la "dirección de la cura".
Entonces,
los elementos comunes a Educación y Psicoanálisis son:
a)
Ambas son profesiones imposibles; imposibles en el sentido de que no hay
suficiencia del resultado, siempre dejan un resto, siempre hay algo que escapa
a su influjo.
b)
No existe un camino único que garantice el éxito para todos los casos, por lo
cual tanto educador como analista necesitan de su creatividad para llegar a sus
objetivos. Vale decir que siempre se trata del caso por caso.
Podemos
agregar además una tercera característica común:
c)
Ni Psicoanálisis ni Educación prometen resultados rápidos y, en cambio, exigen
atravesar por un proceso a veces tortuoso y casi siempre más extenso que breve.
2
¿Qué lugar ocupan Educación y Psicoanálisis en la cultura actual?
Expresamos
que educar y psicoanalizar suponen cierta insuficiencia de resultados. En este
sentido estos dos quehaceres no son consonantes con las propuestas del mercado
y de la ciencia. Efectivamente, tanto uno como otra pretenden completar al
sujeto, obturar la falta. Uno, el mercado, promoviendo una compulsión al
consumo en un intento de colmar al sujeto; la otra, la ciencia, apuntando a
arrasar hasta con el más pequeño malestar humano. Ambas pretenden excluir todo lo
que tenga que ver con el límite, en nombre del progreso. Límite que, aunque el
hombre intenta negar la naturaleza se encarga de mostrar, por ejemplo a través
de cambios climáticos y catástrofes ecológicas.
En
este contexto social y cultural hablar de límites es pronunciarse en contra del
discurso de la época.
Al
decir de Élisabeth Roudinesco vivimos en una “sociedad depresiva” [3]. La depresión
es el signo de la época y el adicto su representante más fiel. La ausencia de
límites por parte de los adultos hace que en los niños y adolescentes se
instale la patología del acto en lugar del deseo. Si no hay límites tampoco hay
deseo, porque éste se construye con falta. La época, al pretender obturar la
falta mediante la ciencia y la tecnología, mata al deseo, produciendo depresión
y vacío de sentido.
Se
presenta entonces una importante tarea tanto para la educación como para el
psicoanálisis en tanto profesiones imposibles: la de ubicar un orden simbólico
con límites y prohibiciones, pero también con habilitaciones que permitan que
emerja el sujeto deseante, evitando que se ahogue en ese mar de objetos de
consumo que prometen felicidad pero no la otorgan.
Así,
la felicidad dejará de ser un producto que se compre en el mercado, para pasar
a ser una conquista de cada uno, a partir de los límites que el educador
muestre a sus alumnos y de las posibilidades que estimule en ellos. Y, del lado
del analista, a partir de una acción que posibilite generar las condiciones
para acotar el goce y permitir así que nazca el deseo, que sólo puede ser con
falta.
Política y Psicoanálisis
Gobernar,
el tercero de los imposibles freudianos, no es sin política en tanto se trata
de operar sobre asuntos de la polis.
En
este tiempo de coronavirus el mundo ha sido sacudido también en el orden de lo
político, haciendo más visible su imposibilidad. Algunos gobiernos han optado
por priorizar lo económico por sobre lo sanitario provocando miles de muertos;
otros, a la inversa tomado en cuenta esencialmente la vida de sus ciudadanos
decidieron entrar en aislamiento frenando la economía para frenar también la
muerte. Ambas decisiones son costosas mostrando que el límite está allí para
ser tenido en cuenta. Los gobiernos que han aceptado que en condiciones de una pandemia
solo se puede perder, han podido tolerar mejor la situación. Son aquellos
gobiernos encarnados por hombres y mujeres que no renegaron del virus, ese elemento invisible pero
presente. Quizás gobiernos integrados por personas que se llevan mejor con su
propia falta estructural. Los gobernantes como Trump y Bolsonaro, por ejemplo,
que no parecen estructurados desde los límites han decidido ignorar el peligro
de muerte con la consiguiente multiplicación de tumbas.
Dada
esta situación sería válido preguntarse qué será de los gobiernos futuros.
¿Cómo se gobernará de aquí en más? ¿Cambiará algo o seguirá todo igual? Desde
la filosofía se intentan dar respuestas adelantando un porvenir más o menos
promisorio. Así Zizek adelanta un
“comunismo de desastre” y Byung-Chul Han un capitalismo con elementos de
control a la manera de China [4].
Queda
claro, eso sí, que en el arte de
gobernar también se lidia con lo imposible en tanto “insuficiencia del
resultado”.
A modo de conclusión
En
este sentido seguramente el desafío tanto en políticas de gobiernos, como en el
psicoanalizar y en el educar, será trabajar para ser cada vez menos
insuficientes, pero sabiendo que nunca se llegará a la completa suficiencia, ya
que ese es el punto de imposible estructural a las tres acciones por tener que
arreglárselas con lo humano que nunca podrá ser colmado.
Educar
es intentar que lo ineducable ingrese en
lo educable, psicoanalizar es intentar acceder a lo inconsciente y “domeñar las
pulsiones”, al decir de Freud y gobernar es intentar instalar armonía en la
lucha constante entre los hombres por esa voluntad de poder de la que nos habla
Nietszche. En las tres acciones: educar, gobernar y psicoanalizar, siempre quedará un resto, un imposible. Un
imposible que se opone al discurso de la época que nos dice que “nada es
imposible”. Un imposible que, contrariamente a lo que podría pensarse, no nos
detiene sino que nos impulsa alimentando nuestro deseo. Por suerte no todo es
posible.
Silvio Rivero
Silvio Rivero
[2] Freud, Sigmund.
Nuevas conferencias de introducción al psicoanálisis – Conferencia 34, Pág.
138, Amorrortu. 2006.
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