viernes, 15 de mayo de 2020

SOBRE EDUCACIÓN, PSICOANÁLISIS Y POLÍTICA


Sigmund Freud ubica al educar, psicoanalizar y gobernar como tres imposibles en tanto arrojan resultados insuficientes.
Nos proponemos aquí articular los conceptos de educación y psicoanálisis en el contexto de la época para introducir al final el concepto de política.


Nuestra época

Si tuviésemos que caracterizar nuestra época, tendríamos que decir que se encuentra signada por el avance de la ciencia y de la tecnología. Estos progresos científicos y tecnológicos, que se han acentuado en los últimos años, están al servicio del bienestar del hombre, apuntando a lograr un estado que podríamos llamar “de felicidad”. Así tenemos todo tipo de inventos que hacen que la vida que llevamos hoy sea mucho más confortable que la de hace un siglo atrás. Y es debido a esta presencia cotidiana de la ciencia en nuestras vidas, que su discurso se escucha constantemente. De resumir en una frase este discurso científico sería en la siguiente: “nada es imposible” (impossible is nothing). Tal como el slogan de una marca de zapatillas, esa frase representa el espíritu contemporáneo.
Veamos un par de ejemplos que grafican la cuestión:
- En EE.UU. el equipo de científicos del Instituto de Tecnología de Georgia está desarrollando una innovación consistente en generar electricidad con el movimiento del propio cuerpo y los latidos del corazón. De manera que, según lo prevén los investigadores, en un futuro cercano, gracias a un sistema basado en nanotecnología, los reproductores de música, teléfonos y computadoras no utilizarán baterías, sino que con nanocables más delgados que un cabello irán conectados a nuestro propio cuerpo, del cual extraerán la energía necesaria para funcionar.
-Otro ejemplo: Cynthia Kenyon bioquímica de la Universidad de California, descubrió un gen regulador (llamado daf-2) que sería el responsable del envejecimiento. Este gen fue manipulado en moscas que llegaron a extender su expectativa de vida hasta en 6 veces más de lo normal. La aplicación de este descubrimiento en humanos, llevaría el promedio de vida a los 400 años. Lograr esto parece ser solo cuestión de tiempo.
Son experimentos en desarrollo y, en ese sentido, pueden o no llegar a concretarse.
Lo que nos interesa destacar aquí es que la ciencia se orienta a lograr lo imposible, ese fue, es y será su leit motiv. A diferencia de épocas pasadas, pareciera que ahora se encuentra cada vez más próxima a conseguir ese objetivo.


Educación y Psicoanálisis

Nos orientamos aquí a partir de dos cuestiones:
1- ¿Qué tienen en común Educación y Psicoanálisis?
En Análisis terminable e interminable (1937) Freud se expresa en relación a estas actividades, en los siguientes términos: “Detengámonos un momento para asegurar al analista nuestra simpatía sincera por tener que cumplir él con tan difíciles requisitos en el ejercicio de su actividad. Y hasta pareciera que analizar sería la tercera de aquellas profesiones “imposibles” en que se puede dar anticipadamente por cierta la insuficiencia del resultado. Las otras dos, ya de antiguo consabidas, son el educar y el gobernar”[1].
Educar siempre ofrece dificultades, presentándose del lado del estudiante, actos de rebeldía, inasistencias, falta de estudio, problemas de conductas, etc, todas cuestiones con las que hay que “hacer algo”. De la misma manera desde el psicoanálisis y sobre un fin de análisis nunca el analizante llega a un gobierno de las pulsiones ni a una cura de su síntoma, sino que quedará allí un resto con el que tendrá que “saber hacer”. Así, tanto en educación como en psicoanálisis hay un resultado que se presenta como insuficiente si se lo compara con lo que podríamos llamar un resultado ideal. Es este un elemento común a psicoanálisis y educación: la insuficiencia del resultado; cuestión por la cual Freud ubica tanto a uno como a otra, junto con el gobernar, como profesiones “imposibles”.
Dicha insuficiencia no está en relación a una incapacidad operativa, sino que forma parte del objeto material con que analistas y educadores trabajan: el hombre. En este punto es la naturaleza de lo humano la que no posibilita resultados ideales.
El otro elemento común a psicoanálisis y educación está en el orden de una inventiva necesaria para desarrollar la actividad.
En la Conferencia 34 de las Nuevas conferencias de introducción al psicoanálisis (1933) el creador del psicoanálisis señala que “la educación tiene que buscar su senda entre la Escila de la permisión y la Caribdis de la denegación”.[2] No existe un camino exacto para navegar entre estos dos escollos (Escila y Caribdis aluden a dos monstruos marinos mitológicos que, en la Odisea, bloqueaban el paso a los navegantes dejando sólo un estrecho y agitado desfiladero por donde pasar). De manera que entonces se hace necesario para el educador trazar esta ruta con cada alumno, ruta ubicada entre permitir y frustrar; entre el “sí” y el “no”. Es este equilibrio el que permitirá la navegación de educador y educando, siendo el primero el capitán y guía del barco sobre el cual viajan ambos. El llegar a buen puerto dependerá, entonces, de la pericia del educador y de su creatividad para conducir el proceso.
En esta misma línea de la necesidad de inventiva y en otro texto, esta vez en “Sobre la iniciación del tratamiento” (1913) el maestro vienés compara al psicoanálisis con el ajedrez, ya que tanto de uno como del otro sólo pueden enseñarse las aperturas y los finales y sólo estudiando jugadas de grandes maestros se puede aprender a desarrollar el juego con posibilidades de éxito.
Podríamos pensar entonces que la educación comparte esta característica con el psicoanálisis ya que, según dijimos, en educación no hay un camino exacto para navegar. Compartimos entonces esa necesidad de inventiva para cumplir con nuestra labor. Inventiva no significa improvisación. Significa desarrollar la propia creatividad a la hora de intervenir, teniendo en claro la meta que se pretende alcanzar. Desde la educación esta meta puede estar representada por los "objetivos de la planificación" y desde el psicoanálisis estarán en relación a la "dirección de la cura".
Entonces, los elementos comunes a Educación y Psicoanálisis son:
a) Ambas son profesiones imposibles; imposibles en el sentido de que no hay suficiencia del resultado, siempre dejan un resto, siempre hay algo que escapa a su influjo.
b) No existe un camino único que garantice el éxito para todos los casos, por lo cual tanto educador como analista necesitan de su creatividad para llegar a sus objetivos. Vale decir que siempre se trata del caso por caso.
Podemos agregar además una tercera característica común:
c) Ni Psicoanálisis ni Educación prometen resultados rápidos y, en cambio, exigen atravesar por un proceso a veces tortuoso y casi siempre más extenso que breve.

2 ¿Qué lugar ocupan Educación y Psicoanálisis en la cultura actual?
Expresamos que educar y psicoanalizar suponen cierta insuficiencia de resultados. En este sentido estos dos quehaceres no son consonantes con las propuestas del mercado y de la ciencia. Efectivamente, tanto uno como otra pretenden completar al sujeto, obturar la falta. Uno, el mercado, promoviendo una compulsión al consumo en un intento de colmar al sujeto; la otra, la ciencia, apuntando a arrasar hasta con el más pequeño malestar humano. Ambas pretenden excluir todo lo que tenga que ver con el límite, en nombre del progreso. Límite que, aunque el hombre intenta negar la naturaleza se encarga de mostrar, por ejemplo a través de cambios climáticos y catástrofes ecológicas.
En este contexto social y cultural hablar de límites es pronunciarse en contra del discurso de la época.
Al decir de Élisabeth Roudinesco vivimos en una “sociedad depresiva” [3]. La depresión es el signo de la época y el adicto su representante más fiel. La ausencia de límites por parte de los adultos hace que en los niños y adolescentes se instale la patología del acto en lugar del deseo. Si no hay límites tampoco hay deseo, porque éste se construye con falta. La época, al pretender obturar la falta mediante la ciencia y la tecnología, mata al deseo, produciendo depresión y vacío de sentido.
Se presenta entonces una importante tarea tanto para la educación como para el psicoanálisis en tanto profesiones imposibles: la de ubicar un orden simbólico con límites y prohibiciones, pero también con habilitaciones que permitan que emerja el sujeto deseante, evitando que se ahogue en ese mar de objetos de consumo que prometen felicidad pero no la otorgan.
Así, la felicidad dejará de ser un producto que se compre en el mercado, para pasar a ser una conquista de cada uno, a partir de los límites que el educador muestre a sus alumnos y de las posibilidades que estimule en ellos. Y, del lado del analista, a partir de una acción que posibilite generar las condiciones para acotar el goce y permitir así que nazca el deseo, que sólo puede ser con falta.


Política y Psicoanálisis

Gobernar, el tercero de los imposibles freudianos, no es sin política en tanto se trata de operar sobre asuntos de la polis.
En este tiempo de coronavirus el mundo ha sido sacudido también en el orden de lo político, haciendo más visible su imposibilidad. Algunos gobiernos han optado por priorizar lo económico por sobre lo sanitario provocando miles de muertos; otros, a la inversa tomado en cuenta esencialmente la vida de sus ciudadanos decidieron entrar en aislamiento frenando la economía para frenar también la muerte. Ambas decisiones son costosas mostrando que el límite está allí para ser tenido en cuenta. Los gobiernos que han aceptado que en condiciones de una pandemia solo se puede perder, han podido tolerar mejor la situación. Son aquellos gobiernos encarnados por hombres y mujeres que no renegaron  del virus, ese elemento invisible pero presente. Quizás gobiernos integrados por personas que se llevan mejor con su propia falta estructural. Los gobernantes como Trump y Bolsonaro, por ejemplo, que no parecen estructurados desde los límites han decidido ignorar el peligro de muerte con la consiguiente multiplicación de tumbas.
Dada esta situación sería válido preguntarse qué será de los gobiernos futuros. ¿Cómo se gobernará de aquí en más? ¿Cambiará algo o seguirá todo igual? Desde la filosofía se intentan dar respuestas adelantando un porvenir más o menos promisorio. Así Zizek  adelanta un “comunismo de desastre” y Byung-Chul Han un capitalismo con elementos de control a la manera de China [4].
Queda claro, eso sí,  que en el arte de gobernar también se lidia con lo imposible en tanto “insuficiencia del resultado”.

A modo de conclusión

En este sentido seguramente el desafío tanto en políticas de gobiernos, como en el psicoanalizar y en el educar, será trabajar para ser cada vez menos insuficientes, pero sabiendo que nunca se llegará a la completa suficiencia, ya que ese es el punto de imposible estructural a las tres acciones por tener que arreglárselas con lo humano que nunca podrá ser colmado.
Educar es intentar  que lo ineducable ingrese en lo educable, psicoanalizar es intentar acceder a lo inconsciente y “domeñar las pulsiones”, al decir de Freud y gobernar es intentar instalar armonía en la lucha constante entre los hombres por esa voluntad de poder de la que nos habla Nietszche. En las tres acciones: educar, gobernar y psicoanalizar,  siempre quedará un resto, un imposible. Un imposible que se opone al discurso de la época que nos dice que “nada es imposible”. Un imposible que, contrariamente a lo que podría pensarse, no nos detiene sino que nos impulsa alimentando nuestro deseo. Por suerte no todo es posible.

Silvio Rivero


[1] Freud, Sigmund. Análisis terminable e interminable. Pág. 249. Amorrortu 1999.
[2] Freud, Sigmund. Nuevas conferencias de introducción al psicoanálisis – Conferencia 34, Pág. 138, Amorrortu. 2006.
[3] Roudinesco, Élisabeth. ¿Por qué el psicoanálisis? Cap. 1 La derrota del sujeto. Paidós. 2002

Texto publicado en www.politicayeducacion.com

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